miércoles, 31 de enero de 2018

Luna Azul de Sangre (1)

Había empezado en mi nuevo trabajo. Iba a ser una guía acompañante de grupos de viajeros jóvenes, en diferentes paquetes de excursiones organizadas por diferentes países. La excursión que debía guiar ese día se trataba simplemente de llevar a mi grupo asignado a un mirador, apartado de la ciudad y de las luces, desde donde se podría admirar la Luna Azul de Sangre en su perigeo. Por este motivo la puntualidad era clave o nos perderíamos el fenómeno.

Estaba una ciudad nueva, con una línea de metro caótica y liosa, a la que no le había dedicado el suficiente tiempo de estudio. No conseguía entender, por mucho que lo mirase el plano del metro. Por ello, cargada de equipaje y despistada como soy, me perdía tratando de llegar al punto de encuentro con el grupo. Salía del túnel y me dirigía al puesto de información. Necesitaba ayuda más allá del mapa, o no acabaría retrasándome. Una vez allí me explicaban como llegar hasta mi parada, pero... ¡las maletas! Todo, toda mi vida empaquetada, documentación incluida y me las había dejado en el metro... No podría hacer mi trabajo, ni siquiera si conseguí llegar en hora. Estaba desconsolada, con lo puesto, en una ciudad en la que no me sabía mover.

Mi amiga Laura me llevaba hasta casa. Allí despotricaba, borrachaa, me lamentaba de mi suerte y de mi falta de responsabilidad. Gritaba y me insultaba a mi misma, ¿no podía realizar una simple tarea sin que todo saliera mal? En medio de mis llantos, llegaba el chaval que me había ayudado en información (no preguntéis por dónde entró en la casa). Mis maletas habían aparecido, alguien las había devuelto pero... ¿Y ahora? ¿Podría aún llegar al mirador a tiempo?

Laura sugería que cogiéramos juntas un taxi. En medio de la carrera asumíamos que no nos daría tiempo a conseguirlo, la hora ya se había pasado y acelerar no sería suficiente. Me sentía decadente e inútil. Perdería mi trabajo, pero era más la frustración personal lo que me atenazaba, el fracaso.  A veces, me meto tanto en los sueños que estos sentimientos aún persisten cuando me despierto. ¿O será que mi vida se mete tanto en mis sueños que en ellos también me siento una basura?

Tras este lamentable episodio decidíamos ir a un bar y salir de fiesta. Una buena amiga que sabía cómo animarme.

... 

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