Pequeña Orionauta

Como he comentado en alguna entrada anterior, de pequeña era capaz de tener sueños lúcidos muy a menudo. Controlarlos, cambiar los aquellos que no me gustaban, intentar volar... Incluso llegué a un punto en el que era capaz de despertarme a voluntad si estaba teniendo una pesadilla. Tenía una técnica para saber si estaba dormida o despierta que consistía en tirarme de la mejilla. Si ésta se estiraba como si fuera de un dibujo animado, no había duda, estaba soñando.

Esa costumbre la conseguí porque, de niña siempre tenía la misma pregunta en la cabeza: "¿Cómo sé que esto no es un sueño? ¿Y si toda mi vida es en realidad lo que estoy soñando? ¿O peor aún,
un sueño dentro de un sueño? O incluso, ¿y si soy parte de lo que sueña otra persona?" (Vale, si, es verdad, de aquella ya era jodidamente rara)

El que más claramente recuerdo ocurría en mi casa. Entraba en la habitación de mis padres, donde estaban sentados mi madre y mi hermano. Ella estaba angustiada y mi hermano pequeño, risueño sin entender la situación. Me acercaba y contemplaba con gran impresión que varias escamas estaban saliendo en su mano, de color verde claro, y terminaban en garras negras. Mi madre me gritaba "por favor, sólo tu puedes ayudarnos" mientras mi hermano comenzaba a asustarse por su reciente transformación. Así que recurría a mi truco de la mejilla y forzaba a mis ojos para que se abrieran...

Y así salvé aquella pesadilla (un aplauso pls) Claro que las primeras veces no tenía tanto control. Simplemente pensaba que si quería despertarme y salir de aquella tenía que abrir los párpados. Los momentos previos a conseguirlo eran casi una breve parálisis del sueño, con mi mente en negro, pero despierta, y esforzándome en moverme.

No se que pasó al irme haciendo mayor, que ya no puedo hacer estas cosas. Raramente tengo sueños lúcidos, ni puedo hacer aquellas birguerías que tan naturales me salían de aquella. Ahora, si hay suerte, a punto de quedarme dormida me visita la inspiración y puedo escribir algunas líneas.